domingo, 14 de febrero de 2010

¡Otra vez Flores! Porque no flores?

Tulipanes
acrílico sobre lienzo
Extracto del catalogo de exposición para el artista Luis Alberto Balmelli
agosto 1984 escrito por Olga Blinder.

Ya sabemos que cualquier tema puede ser el desencadenamiento para que, como dijo la bailarina Patricia Stokoe, “el poema que todos llevamos dentro” exprese el mundo de sus sueños. No importa que sea a partir de flores, de zapatos, de arboles, de montañas o de rostros; lo que importa es cómo se comunican los sentimientos que el artista, el pintor en este caso, ya no puede contener dentro de sí. A veces el deseo de compartir el bienestar que produce la idea de belleza es motivo para la creación de la obra. Otras veces la angustia producida por la ausencia de ese bienestar es, también, suficiente para sacar de adentro – expresar – la tristeza. El tema no es lo más importante evidentemente; pero no es intrascendente. La elección del tema ya nos dice mucho sobre la sensibilidad del autor de la obra. A partir de eso podemos analizar formalmente las pinturas, que alcanzaran más o menos logros según como se organicen sobre la tela los elementos que la componen: el color, la línea, el espacio… Y es ahí donde se puede, o no, alcanzar el milagro de que el tema venga a ocupar un sitio secundario para dar lugar al misterio del contenido mostrándose, diciéndose, a través de unos trazos depositados sobre alguna superficie ya sea la tela de una pintura o el papel de un poema. No podemos olvidar los girasoles ni los zapatos de Van Gogh. Tan poco puede abandonarnos la idea de que fueron algunos trazos sobre un papel los que trajeron hasta nuestros ojos la “Oda a la cebolla” de Neruda. La sensibilidad – la intuición estética – puede ser, y es la mayoría de las veces el punto de partida para una búsqueda constante del lenguaje propio que, afortunadamente, sigue persiguiendo este “poeta” que hoy nos muestra sus sueños.

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